miércoles, 17 de marzo de 2010

"Los cuatrocientos golpes", el inicio de la Nouvelle vague


Llevava tiempo queriendo ver la ópera prima de François Truffaut, considerada por muchos especialistas su obra maestra. Los cuatrocientos golpes es una película dura, de esas que pueden considerarse puñetazos en el estómago como diría Haneke, y sobre la que se puede reflexionar largo y tendido. La historia gira en torno a Antoine Doinel, un joven inadaptado de 12 años al cual la falta de atención por parte de sus padres le hace ser un pésimo alumno en la escuela y un incomprendido a nivel general. Un descubrimiento inesperado le hará encaminarse al delito, lo cual se convertirá en la excusa perfecta para que sus padres puedan deshacerse de él. Yo como espectador reconozco que se llega a sentir lástima por el muchacho, por como la sociedad le da continuamente la espalda, por no gozar de estabilidad familiar y por tener que enfrentarse a problemas más propios de un adulto que de alguien de su edad. La película es casi en su totalidad autobiográfica, ya que la infancia del propio Truffaut fue muy similar a la del protagonista. Hasta convertirse en director de cine su vida estuvo marcada por continuos escándalos y su incomprensión de las normas sociales de la época que le hicieron ser un joven rebelde, lo cual está presente en el film. Los cuatrocientos golpes significó no sólo el debut de Truffaut en la cinematografía, sino también el inicio de una nueva generación de cineastas franceses, posiblemente la mejor de toda la historia, llamada Nouvelle vague (Nueva ola). Esta nueva generación, a la que pertenecían también Jean-Luc Godard, Alain Resnais o Claude Chabrol, se caracterizó por llevar a la pantalla historias alejadas de los convencionalismos cinematográficos de la época, además de innovar en medios técnicos para hacer un diferente uso del lenguaje cinematográfico. Como curiosidad mencionar que la mayoría de los cineastas de la Nouvelle vague no tenían formación cinematográfica, todo lo que aprendieron fue gracias al visionado de películas y a su inspiración directa del cine americano. No en vano, Truffaut admiraba profundamente a Hitchcock y años después tuvo la ocasión de entrevistarse con él durante varios días para escribir un libro sobre el maestro del suspense. Irónicamente, la película habla de la infancia traumática de Truffaut y gracias a ella colocó su nombre en lo más alto de la historia del cine.

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